1 En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis
en la ignorancia.
2 Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente
hacia los ídolos mudos.
3 Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios,
puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!»
sino con el Espíritu Santo.